
El proceso de pasar de emprendedor a ser empresario es una transformación en el que el ingrediente fundamental es el tiempo.
Este es un camino que hay que recorrer y cuyo objetivo es tener la mentalidad adecuada.
Por eso, requiere de crecimiento personal, porque dependiendo del punto en el que te encuentres, a nivel personal, lo recorrerás más rápido o te hará falta un poco más de tiempo.
En este artículo, quiero acompañarte en este camino, guiarte en los pasos que irás dando y proponerte algunos ejercicios que te allanarán el camino.
¡Vamos a ello!
Conceptos clave de tu emprendimiento
Todos comenzamos por la casilla cero, por el principio, así que no te preocupes por el punto en el que estás. Lo más importante es recorrer el camino.
En esta situación es fundamental no quedarse parado, sino que debes avanzar. Por eso, tienes que conocer las características que definen cada una de estas dos figuras y ver cómo pasar de una a otra.
Emprendedor
La figura de la emprendedora se caracteriza por estar centrado en el proyecto en sí, en los fundamentos del mismo, en el qué, para quién, por qué y cómo, intentando encontrar un hueco en el mundo empresarial.
Es una figura que está ávida de aprendizajes, que pone su cerebro en modo esponja para poder llegar a absorber los cientos de conceptos nuevos con los que se va a topar.
Y es una persona solitaria. Un emprendedor, sobre todo en los inicios de su proyecto, pasa mucho tiempo solo.
Se tiene que preocupar de demasiados aspectos, como por ejemplo:
- de analizar y montar su plan para poder vender,
- organizar y descubrir cómo llegar a su público,
- obtener seguridad en sí mismo
- y en perfilar su negocio.
Y, todo esto, lo hace en soledad porque no está preparado para delegar, ni para crear equipo.
Hay que diseñar un plan, elegir tu modelo de negocio y validar el proyecto que quieres poner en marcha.
En esta etapa, lo que intentas es sobrevivir, buscar un sueldo. Podría decirse que es una etapa de autoempleo, en la que lo importante son los cimientos y dedicas mucho tiempo a formarte, porque nunca te parece que sabes lo suficiente.
Empresario
La figura de la empresaria es una figura mucho más madura, en la que ya ha asentado las bases de su negocio y ha comenzado a vender.
En esta etapa, vas viendo las cosas de otra manera, comienzas a sentirte de otra manera y te visualizas como empresario. Te relacionas con el exterior con una fortaleza interior que define lo que haces, has dejado atrás las dudas del principio y comienzas a pensar en ganar dinero, en rentabilidad y en beneficios.
Aquí comienzas a invertir de manera estratégica y piensas en buscar colaboradores, bien buscando colaboradores externos, bien contratando personal que te ayude a conseguir los objetivos planteados.
Es una etapa, en la que ocurren muchos cambios definitivos.
Comienzas a ver la necesidad de saber de finanzas, de controlarlas y de tener un plan financiero. Tienes que saber con cuánto dinero cuentas, cuánto puedes invertir y qué vas a conseguir con esa inversión. Aquí eres tú quien decide y no la situación y requiere que formalices planes cada vez más estratégicos.
Con el tiempo, comienzas a pensar en el crecimiento, en la escalabilidad y en la expansión. Ya eres una empresario.

Mentalidad de éxito
Para pasar de una fase a otra y dejar de ser un emprendedor para convertirse en empresario va a ser fundamental que tu mentalidad cambie también.
La mentalidad es el conjunto de creencias y costumbres que conforman el modo de pensar, enjuiciar la realidad y actuar de un individuo o de una colectividad.
Este cambio se produce por el paso del tiempo y por enfrentarse a situaciones que requieren una acción proactiva por tu parte, así que va a requerir un gran esfuerzo personal. Pero no te asustes, no es nada que no puedas conseguir si sabes los puntos que debes tener en cuenta.
Lo normal, cuando comenzamos, es que nuestra mentalidad sea de emprendedor. Te enfrentas a muchas dudas, ya que por ejemplo, no sabes si vas a poder darte de alta de autónomos y pagar la cuota todos los meses, o acabas de lanzar la web y no sabes qué hacer para que la cosa comience a funcionar.
Al principio hay tantas cosas que aprender, tantas decisiones que tomar, que no das a basto y te sientes perdido, esa mentalidad de emprendedor es el comienzo de este viaje.
El camino para convertirte en empresario
Lo primero que debes cultivar, en este sentido, es la paciencia, porque no es un camino que vas a recorrer en dos días. Cada quién tendrá su propio proceso, debido a las experiencias que viva.
Sin embargo, hay ciertos aspectos clave que te ayudarán a transitar este camino con mucha más claridad.
A continuación, vamos a ver los tres elementos que, en mi opinión, te guiarán en este proceso de convertirte en empresaria.
Dibujando el futuro: tu visión a largo plazo
Así que hay que comenzar por algún punto y saltar al vacío, en cuanto a dar el primer paso.
Siempre hay una primera vez, para todo, que puede que te asuste, pero realmente este es el punto más importante de todos. La base para que todo ocurra cómo quieres siempre es dar el primer paso, así que está bien sentirte emprendedor, está bien tener una larga lista de tareas para poner en marcha, pero lo más importante es que tengas un plan.
De modo que, lo primero que debes hacer para cambiar de mentalidad es tener claro qué es lo que quieres.
Es muy importante que aquello que decidas hacer, en qué va a consistir tu proyecto esté alineado contigo, que sea algo que te guste, que disfrutes del proceso, porque es un proceso largo y duro. Ojo, no es algo imposible, pero hay que ser muy constante, así que cuanto más disfrutes de lo que haces, mucho mejor.
Y ser capaz de trasladar lo que ocurre hoy en el futuro hace que todo adquiera otra perspectiva. Tomar hoy acción para que las cosas ocurran y te lleven donde quieres estar dentro de 10 años, te va a obligar a ver tu realidad con ojos estratégicos.
De repente, la estrategia se va a convertir en tu mejor aliado y te va a ayudar a realizar ese cambio.
En este punto, habrás pasado de ser autoempleado y buscar llegar a fin de mes a tener un negocio y beneficios.

El plan
Todo plan que se precie debe contestar, sí o sí, a estas preguntas:
1.- ¿Cuál es la idea?
2.- ¿En qué consiste?
3.- ¿Qué necesidades cubre?
4.- La solución que propones
5.- El producto o servicio, el qué
a.- Los clientes, ¿a quién?
b.- ¿Por qué yo?
c.- Los demás, la competencia.
6.- Costes
7.- Precio
8.- Canales de venta
9.- Tu plan de marketing: que vendo, cuando lo vendo y cómo lo vendo
Si eres capaz de contestar a estas preguntas, todo va a ir bien. En este punto, eso sí, vas a necesitar una gran dosis de observación, análisis y sinceridad para reconocer cómo están las cosas. Y esto conlleva establecer procesos de control que te ayuden a sacar conclusiones y te indiquen en qué punto del camino te encuentras.
En este punto, te vas a enfrentar a muchas situaciones que van a ponerte entre la espada y la pared. Pero, el vértigo que produce esta situación debe darte la fuerza para seguir el plan.
Lo mejor que puedes hacer para que todo vaya bien es cumplir el plan tal y como lo has desarrollado, no improvises y no te saltes a la torera los planes. Casi el 70% de los emprendedores no cumplen con los planes iniciales.
Todas las situaciones a las que te vas a enfrentar van a ayudarte a realizar el cambio de mentalidad que estás buscando, así que aprovecha el momento para ir transformándote.
Y llegará un momento en el que, de repente, hablaras de tu proyecto no como una idea, sino como una empresa. Serás capaz de establecer unos precios ajustados, de transmitir la idea fundamental para vender y pensarás en cómo conseguir beneficios.
La escalabilidad
Siempre llega un momento en el que vas a querer dar un paso más allá, vas a querer obtener más con lo que haces y para ello vas a tener que pensar cómo hacer tu negocio escalable.
No todos los negocios son fáciles de escalar, piensa en esos negocios que tienen un componente personal en el que dependes del tiempo, por ejemplo, un psicólogo, un médico o un coach.
Comienzas esta etapa cuando has llegado a un momento estable, donde tienes unos ingresos recurrentes y una organización que te permite el crecimiento.
En esta etapa, tienes que pensar la forma de lograr ese objetivo y a veces, implica que debes pensar en un nuevo modelo de negocio que te permita conseguir lo que te has planteado.
Ejercicios para cambiar tu mentalidad
Y ahora, pasaremos a la parte más práctica. Si has llegado hasta aquí, seguramente te estés preguntando: ¿qué puedo hacer para ir avanzando en este cambio de mentalidad?
Pues bien, hay algunos ejercicios que te propondré a continuación, que te ayudarán a ponerte en marcha y sobre todo, a no perder el Norte a medida que avances en tu transición de emprendedor a empresario.
¿Listo para ponerte manos a la obra? ¡Pues sigue leyendo y toma buena nota!
El tablero de sueños
Antes de desarrollar el plan del que hablábamos, yo te aconsejo que dibujes tu tablero de sueños.
Esto es que pongas en el papel todo aquello que quieres para ti y para los tuyos, que vuelques tus sueños para que no se te olviden, porque la realidad a veces hace que nos olvidemos de lo importante.
Tu tablero de sueños debes utilizarlo como el arma más poderosa de tu plan de empresa. Vas a utilizarlo de brújula, te va a marcar los pasos que debes dar para llegar al punto donde quieres estar.
En este tablero no te dejes nada, por muy ridículo que te parezca, por difícil que lo veas y por inseguro que te muestres. Tómate el tiempo que necesites, es el momento más importante de todos, ya que en este tablero vas a volcar la semilla de lo que luego será tu negocio.
Y para que resulte todo lo poderoso que necesitamos que sea, mánchate las manos y comienza a dibujarlo. Me da igual que sea en una libreta, en una cartulina o en un libro, pero cuando más dejes volar la imaginación para completarlo, mejor resultará.
La única condición es que lo hagas con las manos.

La línea de la vida
Para ayudarte con esa parte de visión más estratégica, puedes recurrir a la línea de la vida. Coloca en esta lo que quieres que ocurra en los próximos 10 años, puedes ser todo lo detallista que quieras, aunque lo mejor que puedes hacer es dejar los detalles para la planificación.
Traslada los sueños del tablero a la realidad y piensa cómo quieres que sucedan las cosas.
No dejes de lado tu vida personal o familiar, integra todas las facetas de tu vida para que puedas pensar en una empresa que te ayude a crear la vida que quieres y no que te aparte de tus anhelos personales. Puedes, incluso, invitar a tu familia a participar en este ejercicio, contar con ellos puede ayudarte a mejorar esa visión a largo plazo.
Esto te va a permitir crear un plan de acción para intentar que las cosas se desarrollen como tú quieres.
En esta parte del proceso, vas a tener que volver a desarrollar un plan de acción, pero lo más importante es tener claro qué es lo que quieres, cómo quieres que sucedan las cosas y cuándo quieres que ocurran.
La perspectiva del tiempo y la entidad de los hitos que has marcado en tu calendario te van a ayudar a ver qué acciones concretas vas a tener que llevar a cabo.
Por ejemplo, imagina que has soñado ser un gran conferenciante dentro de diez años y quieres lograr vivir de hablar… Bien, tu plan deberá contener cómo obtener autoridad en tu tema, o cómo conseguir los contactos necesarios para lograr que te llamen. O simplemente debes mejorar tu oratoria y necesitas invertir en formación precisa.
¿Te das cuenta cómo logras ver con mayor perspectiva tu propio plan y tus necesidades?
El DAFO
Con esta herramienta vamos a poder evaluar nuestra situación desde todas las perspectivas posibles y su resultado nos dará elementos con los que poder saber exactamente cuál es nuestra situación.
Pero no sólo eso, tendremos en cuenta, las DEBILIDADES, aquellos elementos que están dentro de nosotras y suponen una desventaja.
Una vez las hayas localizado vas a poder tomar medidas precisas para reducirlas.
Debilidades puede haber muchas y su nombre puede desanimarnos, pero simplemente se trata de localizar nuestros hándicaps para ver qué podemos mejorar.
Si tu debilidad fuera la falta de experiencia, la medida que te ayudaría a compensarla podría ser un alto grado de formación, con lo que podrías plantearte hacer un curso que te preparara mucho más.
Después deberás enfrentarte a las AMENAZAS, que siempre vienen de fuera, de nuestro entorno.
Suelen ser cosas negativas y muchas veces no van a depender de nosotras, por lo que son difíciles de eliminar.
Una vez las tengas localizadas habrá que buscar medidas que si no las eliminan, si que puedan llegar a combatirlas.
Y por fin, llega el turno de las FORTALEZAS, aquellos elementos que suponen una ventaja para ti y que siempre vas a intentar conservarlos.
Las fortalezas son internas y dependen de ti, así qué vas a poder lucirte.
Terminaremos evaluando las OPORTUNIDADES, que son aquellos aspectos del entorno que nos son favorables y que deberías aprovechar.
Con esta herramienta vas a lograr tener una radiografía bastante real del punto exacto en el que te encuentras y, para que te ayude a tomar decisiones, deberás ser lo más sincero posible, sin colorear la realidad y llamando a cada cosa por su nombre.
Aprovecha las ventajas que te da la matriz, ya que el ejercicio consiste en observar, evaluar y sacar conclusiones.

Tu caja de herramientas
Puede ayudarte tener una caja de herramientas de la que echar mano cuando lo necesites, donde guardemos aquellas cosas que nos ayudan en nuestro día a día.
En esta caja podemos tener listas de cosas que nos empoderan, lista de ideas que nos dan alegría, o que nos ayudan a mantener la energía en un estado óptimo.
Yo guardo también mis playlist de música: para animarme, para relajarme, para escribir, para pensar… Siempre puedo echar mano de ellas.
También guardo cosas más personales, que me mantienen anclada a tierra, por ejemplo, mi clase de yoga que hace que todo funcione bien, ya que mi cuerpo se cuida, mi mente se relaja y a mí me ayuda a fluir.
La idea es ir rellenándola conforme lo necesites y tenerla siempre a mano para cuando haga falta.
Y hasta aquí los distintos recursos en los que puedes apoyarte para ir recorriendo el camino y cambiando tu mentalidad. Por lo que, lo último que nos queda, ¡es un mapa de ruta!
Tu guía de emprendedor a empresario
Así que, lo mejor que puedes hacer para cultivar la mentalidad empresarial es cuidar el elemento esencial de tu negocio, tú.
Recuerda que Sócrates y Aristóteles decían que el “conocimiento de uno mismo es el primer paso para alcanzar la sabiduría”, y con esta sabiduría se referían a la toma de conciencia de la persona: quién soy, qué es lo que hago y qué es lo que quiero conseguir.
Para ellos, reflexionar y analizar el presente era necesario para enfocarse en la mejora y en el futuro.
De modo que, lo que de verdad debes preguntarte es: ¿qué puedo hacer para conocerme mejor?
Hay muchas herramientas que pueden ayudarte a ello, los griegos recomendaban hacerse muchas preguntas.
No hay nada más poderoso que la conciencia de nosotros mismos, el conocimiento personal nos ayudará a adquirir o fortalecer la mentalidad empresarial.
Además, hay otro elemento que a mí me ha acompañado siempre: la lectura.
Recopilar la experiencia y los conocimientos de otros, me ha ayudado a recorrer con más seguridad mi camino. Por eso, si esta es ahora mismo tu asignatura pendiente y quieres trabajar tu mentalidad para que nada te frene, el ebook De emprendedora a empresaria será tu guía completa para conseguirlo.