
Seguimos hablando de amor, del amor verdadero, por nosotros, por los nuestros, por lo que hacemos, por todo aquello que nos identifica, hablamos de amor propio y negocios.
Imagino que te pasará cómo a mi, que no todos los días son igual, que a veces veo las cosas torcidas, o no tengo fuerzas o energía para verlo todo con buenos ojos, o simplemente estoy cansada porque no dormí muy bien. Todo lo que me pasa tiene su consecuencia en los demás, y en todo lo que hago. Y una de las cosas que más ocupa mi día es mi negocio.
Reconozco que suelo ser bastante estable, que normalmente soy optimista, que tengo una confianza ciega en mi, en lo que hago y que esa energía se entremezcla con mi negocio, con todos mis proyectos y contigo. Esa fuerza es la que intento transmitir al otro lado de la pantalla, cuando es mucho más difícil transmitir y dejar nuestra impronta.
Mi estabilidad emocional y personal tiene mucho que ver con lo que hago y con mi percepción de la vida, pero sobre todo tiene que ver con aquella forma que tengo de cuidarme, de quererme por encima de todo lo demás. Mi relación conmigo, con mi familia, con mi equipo tiene consecuencias en todas las decisiones que tomo, por eso, cuando no estoy al 100% procuro no decidir nada importante, porqué se que no será la más adecuada.
Si no partes de ti, no puedes llegar muy lejos, nos hace falta una buena dosis de nosotras mismas para poder avanzar. Y ese amor propio pasa por varias necesidades, la primera y fundamental, la necesidad de conocernos muy bien, la segunda y no menos importante, la necesidad de aceptarnos tal cual somos, y la tercera, que disfrutemos de nosotras mismas. Es el conjunto lo que marca la diferencia, hay que dejar a tras esa manía de juzgarse, de creer que no hacemos lo suficiente, de no estar contentas nunca.
De verdad que es mucho más sencillo que partamos de la realidad, lo que somos, qué podemos hacer, que es lo que queremos hacer y no tengamos unas expectativas irreales sobre nosotras mismas, ya que no nos va a llevar a ninguna parte, mas bien nos llevará a la desesperación.
Hay que ser muy realista, siempre desde el amor, conocer aquello que nos hace bien, que nos sienta bien, que acciones tomamos para cuidarnos y querernos, y buscarlo, todas las veces que hagan falta. No somos extraterrestres, la realidad es que nuestras necesidades son mucho más sencillas que todo eso.
Por ejemplo, a mi me encanta ir a mi clase de pilates, es una de esas actividades que me sientan realmente bien, así que no perderme ni una sesión ni media es una forma de quererme. Lo mismo pasa con dedicar un rato del día a leer o escuchar mi básica favorita o cenar en familia. Son pequeños detalles que hacen que yo esté bien, así que los busco, los alimento y disfruto de ellos sin culpa.
Un negocio ya sabes que conlleva un gran grado de responsabilidad, a veces no es fácil mantenerse en la línea, vivimos en un frágil equilibrio, pensamos que tenemos que dar mucho más de nosotras mismas de lo que es realmente necesario, y si no partimos de una buena base, es más difícil mantenerse.
Lo primero y principal que debemos conseguir para llegar a tener un negocio fuerte, estable, y rentable parte de nuestra propia estabilidad y fortaleza, si no nos encontramos al 100%, no seremos capaces de conseguir más de nuestro negocio, y mucho menos podremos conseguir una buena relación con nuestros clientes.
Imagínate a dos personas, una bastante segura de si misma, erguida, con confianza plena en lo que dice, y ahora imagina a una persona insegura, que no mire a los ojos, que sienta vergüenza de hablar, que se esconda. ¿Con quién trabajarías tú?
La respuesta es muy obvia, estoy segura de que habrás elegido a la primera, y todo tiene una explicación muy obvia. Las emociones se contagian, se transmite por el aire lo que sientes, y llegan a los que tienes a tu alrededor, así que lo ideal es primero quererte mucho y bien, pero de verdad, y luego alimentar esa sensación de bienestar haciéndola llegar a quién nos rodea. Verás como todo cambia, incluso tu negocio.